miércoles, 13 de agosto de 2008

Sándor Márai

Sándor Márai nació en 1900 en Kassa, una aldea entonces húngara, ahora eslovaca. Su etapa más prolífica y de mayor calidad se centró en los años 30 y 40 donde gozó de gran popularidad y éxito, a pesar de su carácter solitario y esquivo. Después de la Segunda Guerra Mundial tuvo que exiliarse de la Hungría socialista, lo cual marcó su vida y su carrera literaria. Después de pasar por diversos países de Europa se instaló en los EEUU sin renunciar a su lengua materna, como hicieran otros autores en sus mismas circunstancias, como Nabokov.
Prohibido en su país natal e ignorado por la crítica occidental, Márai cayó en el olvido. Tal es así que a los 89 años de edad decidió quitarse la vida abrumado por la soledad y el exilio. Antes de morir avisó a una ambulancia para que viniera a recoger su cadáver ya que probablemente le aterraba la idea de no ser encontrado. Desgraciadamente no pudo contemplar el éxito que le esperaba después de la caída del muro y la rehabilitación de su obra realizada desde Italia.
Sándor Márai es el clásico ejemplo de cómo un autor, sin estar amparado por una gran editorial puede llegar a una gran cantidad de personas gracias únicamente a su calidad y a las recomendaciones de sus lectores a través del "boca a boca". Su primera obra publicada en España, El último encuentro, poco a poco fuera afianzándose en ventas y, en el caso de las bibliotecas, contemplamos cómo la obra de un autor húngaro muerto y prácticamente desconocido tenía un número de lectores en reserva similar al de los best sellers más demandados.
Su trabajo está relacionado con el de otros grandes autores europeos como Thomas Mann, Stendhal o Henry James. En sus novelas se retrata a las clases acomodadas, cultas y refinadas de la época y también se describe su desintegración. Una constante en sus novelas es el diálogo interior de los personajes, el análisis de sus propios sentimientos y emociones. Esta interiorización, exteriorizada en el momento preciso a través de una catarsis final, se realiza con un enorme sentido del ritmo y sobre todo con una gran comprensión del alma humana.
El último encuentro narra la reunión de dos viejos amigos, ya en el final de sus vidas. De una manera implacable, el libro va desplegando distintos aspectos de los sentimientos y las pasiones humanas y sobre todos ellos, la amistad. Los protagonistas no se han visto en muchos años y entre ellos queda pendiente un asunto sin resolver que el lector va descubriendo según se desarrolla su "última conversación". Sin necesidad de que pasen grandes cosas, pero sugiriéndolas en todo momento, Márai consigue atrapar al lector con la fuerza de las cuestiones que plantea que, por su universalidad, nos afectan a todos.
En Divorcio en Buda sigue este mismo esquema para contarnos la historia del juez Komives, hombre de estrictos principios morales cuya entera existencia se resquebraja al ver el nombre de una mujer a la que conoció en su juventud en el expediente de divorcio de los Greiner. Y cuando el señor Greiner, viejo compañero de estudios, se presenta en su casa, debe enfrentarse a un aluvión de sentimientos encontrados.
Otras obras de Sándor Márai publicadas en España, donde se constata su enorme fuerza literaria son La herencia de Eszter; La amante de Bolzano, donde elige como personaje central a Giacomo Casanova, un símbolo del hombre que, en su afán por encontrar la felicidad, destruye los medios para alcanzarla; Confesiones de un burgués, un libro de memorias escrito a la edad de 35 años y La mujer justa, donde un triángulo amoroso es relatado por sus tres protagonistas con puntos de vista muy distintos.
"Pero ¡fíjate en sus caras! ¡Cuánta desconfianza, tensión, inseguridad y hostilidad hay en las caras descompuestas de las personas vayas donde vayas, en comunidades grandes y pequeñas, en el mundo entero! Toda esa tensión se debe a la soledad. La soledad se puede explicar y todos los argumentos son válidos, la pena es que ninguno consigue acertar la causa... Conozco madres de seis hijos con la misma expresión de soledad y desconfianza, y a solterones burgueses que ni siquiera pueden evitar el gesto de quitarse el guante con tanta meticulosidad como si su vida no fuera más que una cadena de movimientos forzados. Y cuanto más se empeñen los políticos y los profetas en construir comunidades cada vez más artificiales en el seno del mundo humano, cuanto más se eduque a los niños en ese sentido forzado de comunidad, tanto más despiadada será la soledad de las almas. ¿No lo crees? Yo estoy seguro. Y no me canso de hablar de ello".
[ La mujer justa ]

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